Reza, mamón
07/02/2010   Lecturas: 7.232

Publio

Una vez más los españoles hemos podido apreciar en la figura de nuestro Presidente, el socialista Rodríguez Zapatero Zetapé, el resultado de un sumatorio de actitudes reprobables y de acciones de una profunda amoralidad.

Enterado con tiempo, según informa la prensa más solvente, de que el presidente norteamericano, Barack Obama, no iba a estar presente en Madrid durante la cumbre semestral de la Unión Europea correspondiente al liderazgo español, Zapatero tomó dos decisiones: la primera, ocultarnos a los españoles este hecho todo el tiempo que le fuera posible y, la segunda, suplicar a la Administración yanqui una cita alternativa que le compensara por tal ausencia. Nada que no viviéramos durante la reunión en Washington cuando la pandilla basura, viendo a Zapatero marginado del grupo de los que tenían algo que decir en este Mundo (G20), se propuso -España tiene que estar, la socialdemocracia tiene que estar- conseguir una silla (la sarkozylla) aún al precio de sentarse bajo bandera francesa.

Aquí lo hemos dicho antes: George Bush hijo fue el primer presidente norteamericano que –tras ganar unas elecciones- visitaba España en primer lugar, antes que a Gran Bretaña, como manda su tradición diplomática. Después tuvo hacia nosotros múltiples gestos de amistad que la caverna se ha negado a reconocer sistemáticamente. En cambio, esperan ahora el mínimo gesto del dios obama que les permita discutir su sobrecogedora soledad. Pero parece como si Obama estuviera bien informado –seguro que lo está- sobre quién se quedó sentado al paso de la bandera norteamericana y su ejército y de quién porta el estandarte de la más rancia radicalidad que hoy se ve en Europa. Porque Obama acostumbra a distinguir a Zapatero con su más amplia sonrisa y unos plantones de escándalo: segundo año de presidencia y aún no se ha llegado a Madrid a saludar al tarugo socialista, habiendo pasado en París varios días. No viene y no vendrá: su próxima presencia en una cumbre europea se espera ¡en Portugal! No habrá conjunción entre las trayectorias interplanetarias de estas dos lumbreras del universo progresista que se cruzan en el espacio.

Como si estuviera minuciosamente informado sobre el personaje, Obama ofreció a sus correveidiles una oferta que Zapatero no podía rechazar: una cita para una oración colectiva organizada por una asociación de extrema derecha ¡Toda una prueba de fuego! Pero nada a lo que los socialistas españoles no pudieran acomodarse (los socialistas españoles se acomodan a todo en pocas horas). Daba gusto ver a sus comisarios y exegetas de tertulia justificando que no había contradicción entre el Zapatero comecuras y el Zapatero capillita. “Es como si a un vegetariano le invitaran a una parrillada y se pusiera morado de comer chuletas”, fue el único argumento que consiguió cerrar sus bocotas desbordantes de consigna.

Como si estuviera minuciosamente informado sobre el personaje, Obama llegó tarde a la recepción, evitándose hablar de nada con Zapatero al que saldó con una palmada en la espalda dada al paso (de marranazo). Resultaba patético escuchar en nuestras terminales mediáticas socialistas la relevancia que el acto adquirió en Estados Unidos. No pudo ser así porque, al hablar en español nuestro Presidente (para él, castellano) los media americanos evitaban la pérdida de ritmo de dar cada párrafo y su traducción. Ni siquiera el discurso de Obama fue emitido en su integridad porque las cadenas lo cortaron para dar las noticias. Mientras Zapatero citaba torcidamente el Deuteronomio, los americanos seguían absortos el traslado a China del oso Panda del zoo de Washington.

Hasta aquí, la importancia de Zapatero en Estados Unidos... y en el Mundo.