El paripé de Zetapé
08/08/2005   Lecturas: 10.121

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Hace ya quince días que se declaró el pavoroso incendio en el monte de Guadalajara, y confieso que, tal vez por lo prematuro de la muerte de once personas, he sentido un cierto rechazo hacia el hecho como noticia. Estaba claro que el terrible suceso iba a suponer un enfrentamiento entre los dos principales partidos políticos de la escena española. La cuestión era qué sentido iba a cobrar la crítica y qué la defensa de ambos.

El Partido Popular, declaró en palabras de su portavoz en el Senado, Pío García Escudero, que no iba a hacer lo que los socialistas hicieron cuando ellos estaban en el gobierno. Fue verdad hasta cierto punto, porque en algunas declaraciones e intervenciones públicas sangraban por la herida sin poder evitarlo. Aún así, pese a alguna frase altisonante, no han estado lejos de su compromiso, y si muy lejos de aquella ultraizquierda cavernaria (PSOE e IU, principalmente) del 2003 y 2004, que tuvimos que sufrir los españoles en su afán de desestabilización continua del gobierno Aznar.

Pero lo del PSOE ha sido de aurora boreal. Al principio, comenzaron los gobiernos autonómico y central por tirarse los trastos a la cabeza. Hasta ahí llegaba el descontrol y la falta de coordinación entre ellos. Y así pasaron no menos de cinco días hasta que el fuego se pudo considerar extinto. Los ciudadanos, más cabales que sus dirigentes, le espetaron a la vicepresidenta del Gobierno (que al menos tuvo el coraje de presentarse al día siguiente de declarado el fuego) que las primeras veinticuatro horas no hubo medios de extinción en condiciones y que los que hubo pasaban por los pueblos en llamas sin detenerse. En un momento dado, un colaborador en la extinción le dijo una verdad como un puño: los fuegos se apagan en invierno. Así es, la labor de desbroce y limpia de montes, y la creación de pasillos cortafuegos en período invernal es fundamental para prevenir el incendio en verano. Declarado el incendio, es capital actuar sobre él en las primeras dos horas para evitar que se desmande y, más allá de este tiempo, alcance una peligrosidad incontrolable. Los hechos son tozudos y ahí están las consecuencias: ciento ochenta millones de metros cuadrados de monte calcinados y once personas fallecidas en su extinción.

Y en esto aparece el PSOE irredente, el de los majaderos y los ineptos que son incapaces de reconocer el más mínimo error y pedir perdón por evidente que éste sea. Sale un Consejero del gobierno de Castilla la Mancha leyendo –él- la dimisión –de ella- de la Consejera de Medio Ambiente de esta Comunidad. A los pocos días sale la consejera justificándose y explicando que lo había hecho todo según los procedimientos ¿entonces, por qué dimitió o permitió que la dimitieran? En el Congreso niegan todo tipo de comparecencias y montan un número de escándalo, seguramente para desviar la atención nacional sobre el asunto porque, a los pocos días comparecía la Ministra de Medio Ambiente y, después la Vicepresidenta. Y aquí ya actúa el PSOE de siempre, ya les ha dado tiempo de estudiarse el catecismo y pasan a la acción para explicarnos que el incendio casi lo provocó Acebes, con o sin la ayuda de Aznar. Así, la Ministra de Medio Ambiente da la razón, felicita a la Consejera dimitida y le agradece lo bien que lo ha hecho. Pues menos mal que lo han hecho bien y solo han muerto once personas y ciento ochenta millones de metros cuadrados de arbolado. Si lo llegan a hacer mal... Cristina Narbona echa en cara a los del PP que en ocho años tuvieran treinta y dos muertos y no sé cuantos cientos de miles de hectáreas calcinadas. Como si eso mejorara su desastrosa gestión ¿? Pues, según sus cuentas, esta lumbrera lleva camino de conseguir ese récord en tan solo dos o tres años. Cristina Narbona cada vez se me hace más a Joaquín Leguina: un(a) idiota bien publicitado(a).

La Vicepresidenta tuvo una intervención más humilde y por ello mucho más inteligente, aunque también lanzara gañafones al PP por unas críticas que, aunque le hayan dolido, no han sido, a mi juicio, indebidas. De Rubalcaba y la soga tras el caldero (Pepino Blanco White) no hablo para no desasosegarles (a ustedes).

Pero la palma se la ha llevado Papageno-ZP, nuestro pajaritero que se iba a la China a ver futbol español y a escuchar música de un orfeón español ¿les llevaría la hucha del Domund? La verdad es que Papageno-ZP esta vez ha quedado como el culo y sin posibilidad de enmendarla, ni aún yendo por los rincones del Congreso a captar periodistas pelotillas que le den una razón que no tiene. Y es que este Presidente zascandil ha abusado en varias ocasiones de cargarle el muerto a la Vicepresidenta, pero esta vez se ha pasado. Para este papelón, no le necesitamos; que presida directamente De La Vega y es seguro que el Gobierno ganará en cordura. Y si no, que viaje mucho, mucho más.

Claro que lo peor de largarse, es la vuelta: esa visita semiclandestina a Palomares –perdón, al monte calcinado- ¡Qué espectáculo bochornoso, qué montaje televisado por la tele amiga -esa que ya ha colocado en el último puesto de audiencia- y cuatro soguillas más enviados por Don Jesús el de la finca! Y ese alcalde-plañidera, que casualmente había sido Consejero del ramo de Castilla la Mancha y que casualmente había vuelto de Bélgica, donde estaba de vacaciones, para la toma ¡Por un momento creí que rodaban Hay motivo, si no fuera porque sabía que era un NO-DO de Zetapé, que reinaugura una vieja forma. Franquismo puro. ¿Tan difícil hubiera sido decir Perdón, porque este incendio nos ha desbordado, pero intentaremos hacerlo mejor la próxima vez y presentar en el Congreso una batería de medidas eficaces para casos así y dotadas de presupuesto suficiente?

Al prometer ZP declarar la zona arrasada como catastrófica, el oportunista presidente de Andalucía se proponía reclamar el título para otra zona afectada en su Comunidad el año pasado. Me parece bien, siempre y cuando se examine a fondo lo sucedido allí para que se perdieran dos vidas humanas y trescientos cincuenta millones de metros cuadrados de monte. Tal vez, entonces, con la declaración de zona catastrófica a esa parte de Huelva y Sevilla, llegue añadido el título de gobierno catastrófico para el de un presidente, un tal Chaves, que siquiera interrumpió sus vacaciones.