El estigma originario
01/11/2007   Lecturas: 8.494

Catilina

El pueblo español se merece un gobierno que no les mienta, un gobierno que les diga siempre la verdad, eran las frases más comunes de Alfredo Pérez Rubalcaba, uno de los ministros con más responsabilidad y más mendaces de los gobiernos socialistas del crimen de estado. Gobiernos de trincones y criminales.

ETA no participó en la masacre, reiteran ahora, exigiendo que el Partido Popular acepte la hipótesis islamista. Vale, yo se la acepto sin inconveniente, no sé el Partido Popular qué hará, pero yo se la acepto a efectos de análisis. Mi problema, señor Rubalcaba, es que tengo memoria, y usted no me la va a borrar con consignas para enanos mentales.

Había habido -según declaraciones de los más altos dirigentes del PSOE, como el ministro del Interior de entonces, Alonso- imprevisión política, porque se desatendió -según él- políticamente a la red islamista, no policialmente, que sí habrían advertido de actividades de una red islamista; sino que, el Gobierno de entonces, no les había prestado atención. Pero yo tengo memoria.

Y como tengo memoria, recuerdo el Parlamento ardiendo en carcajadas de los comunistas llamaceros y los socialistas zapatares riéndose de Aznar, cuando explicó las actividades de un comando islamista en Cataluña, al que vejatoriamente denominaban el comando Dixan porque aducían que eran unos civiles desgraciados que pasaban por aquí, que el racista Aznar perseguía por xenofobia. Con el tiempo, en febrero de 2007 -como siempre que se ha tratado de las campañas de la ultraizquierda española, mediáticamente dirigidas por el diario falangista El País y la cadena de radio SER- acabaría brillando la verdad detrás de tanta oscuridad: La Audiencia Nacional ha condenado a trece años de prisión a cinco de los acusados de formar una célula integrista, conocida como comando Dixan.

Tal vez, aquí empezó todo, o tal vez hacía tiempo que había empezado. El caso es que el Zapatero al que Aznar ponía en evidencia cada miércoles por la tarde, el Zapatero indigente al que Jordi Sevilla le iba a explicar la teoría económica en una sola tarde, se percató de que la algarada, la agitación en unidad de acción de la izquierda -clásico sueño comunista- le salía más rentable. No recuerdo que España gozara de una sola semana de calma hasta que tres días antes de las elecciones generales, el 11 de Marzo de 2004, a la hora en que la clase trabajadora se desplazaba desde la periferia de Madrid a sus lejanos trabajos, volaban por los aires varios trenes sembrando la calle de heridos, humo, cadáveres y espanto. De inmediato, todos los partidos miraron a ETA, pero, en un momento dado, la cadena SER empezó a desviar la autoría a una posible célula islamista, hipótesis que cobraba verosimilitud y que el Gobierno empezó a considerar. Demasiado tarde porque los mismos que tardaron semanas en confirmarnos quiénes habían echado abajo el aparcamiento de la Terminal 4 de Barajas, empezaron a agitar de nuevo con un queremos saber y con todo tipo de acusaciones que sacaran ventaja de un gobierno y una sociedad en estado de caos.

Todo el aparato socialista se puso de pleno al trabajo sedicioso, en una labor que, de tan sucia, nos causa espanto a los que aún la recordamos. Como recordamos a Rubalcaba echando un capote a ETA -ETA no miente en estos casos, llegó a decir- cuando se desentendieron del atentado. Era tal la agitación, que la ultraizquierda socialista inundaba la calle de terror atentando contra las sedes del Partido Popular, amenazaba, convocaba con mensajes de móviles o esparcía el bulo de que el Partido Popular iba a propiciar un golpe de Estado, cuando el golpe lo estaban protagonizando ellos mismos en ese mismo momento. Huelga decir que en la aventura funcionaban al alimón con los comunistas, con quienes venían gobernando en Cataluña junto con la ultraizquierda independentista. El PSOE hacía tiempo que se había echado al monte.

Nunca debieron celebrarse unas elecciones en ese estado de shock generalizado, esparcido por la más siniestra actuación que recordará la memoria del pueblo español. Pero se celebraron, y el agitador ganó. Por supuesto, durante la legislatura no han podido cumplir ninguna de las promesas que su demagogia desaforada les había llevado a prometer. De las quincemil viviendas mensuales, por ejemplo, que prometieron construir, setecientas cincuentamil en total, no han construido ni una. Pero el gobierno de esta legislatura es algo que a usted le corresponde juzgar, ahora lo que debemos analizar es otra cosa.

Desde el principio, el PSOE está obsesionado por lavar la cara a ETA, labor en la que le vienen acompañando el PNV, EA y los comunistas de Izquierda Unida que pedían la semana pasada que se liberara a la mesa nacional de terroristas de Herri Batasuna. España puede estar bien agradecida a estos comunistas de Llamazares por su continuo apoyo a las causas independentistas. Créanme que no entiendo quién puede dar su voto a esta gentualla.

Desde el principio, les digo, el PSOE, tiene el empeño de lavar la cara a ETA en este asunto. No me parece raro en quienes llevaban dos años pactando con ETA ¿qué? Mientras el que gobernaba era Aznar, a quien proponían un pacto antiterrorista.

Hoy, en todos sus medios, el hostigamiento a los que han sostenido otras hipótesis sobre el atentado del 11 de Marzo, seguían con que la sentencia demostraba que no fue ETA y confirmaba que fueron islamistas. Para ellos el céntimo, porque fueran la ETA o los islamistas, igual me da que me da lo mismo, no van a dejar de ser terroristas ninguno de los dos. Fueran unos u otros, su acción acabó a primeras horas de la mañana del día 11. Pero quién entonces tomó el relevo fue el PSOE, el partido socialista sacando rédito electoral a los 192 muertos y más de 1000 heridos que causaran unos u otros. Y no fue un momento de enajenación, al contrario, desde sus apoyos mediáticos no dejaron en tres días un instante de sosiego, de respiro, de meditación a una sociedad aturdida por tanta sangre y tanto dolor.

Después vendría toda la retahíla de memeces que la sinrazón prisaica y su palabrería (los conspiranoicos) sacara de los cajones donde guardara al GAL, al mismo tiempo que su caída en el descrédito y su caída de audiencia y ventas consecuencia de una falta de credibilidad general.

No fue ETA autora del atentado del 11-M, de acuerdo, pero todos guardamos en la retina al PSOE autor del golpe a la democracia de los días 12, 13 y 14. Los Días de la Infamia que culminarían en el Zapatazo. Hoy ya son Historia.