El Informe Calzada
03/08/2009   Lecturas: 8.295

Publio

Es el nombre que se da a un estudio publicado recientemente por la Universidad Rey Juan Carlos que ha levantado ampollas en medios de nuestra izquierda cavernaria.

La mejor definición de la izquierda española contemporánea creo habérsela escuchado al que fuera alcalde de Madrid, don Agustín Rodríguez Sahagún, que les veía como el tópico y el folclore como única herramienta de trabajo. Pero algo hay que reconocerles: la capacidad de aunar esfuerzos para edificar todo un castillo de fuegos de artificio sobre cualquier nonada que se les ocurra.

Aún me maravillo de los fastos y mercadotecnia con que rodearon una solemne majadería que en su día presentó un Zapatero del que se carcajeó hasta su sombra: la celebración del cuarto centenario del Quijote. Es cierto que la ocurrencia era de ínfima calidad pero ¡ea! Ahí se puso toda la musculatura socialista a trabajar para que, ya en el gobierno, la efeméride adquiriera cierta relevancia.

Una de sus mitotrolas actuales, en la que más empeño invierten en convencernos es la de la competitividad de las que llaman energías renovables. A todo esto que yo me pregunto –y aún no me lo han contestado- por qué es más renovable un kilowatio de energía fotovoltaica que uno por salto de agua (hidroeléctrica).

El caso es que la Universidad Juan Carlos ha sacado a la luz un estudio (Estudy of the effects on employment of public aid to renewable energy sources, creo recordar) en el que viene a demostrar que las costosísimas subvenciones enterradas por el gobierno socialista en este tipo de energía, lejos de disminuir, aumentan el desempleo. Lo cual, no ha sentado bien al circulo de propagandistas más inmediato a Zetapé, que apostaba en la última Cumbre Mundial de ¡¿Líderes Progresistas!? por la economía verde (por favor, no se rían) para salir de la recesión económica mundial, que es la recesión que solo padecemos en España gracias a los esfuerzos del gobierno socialista por hundirnos en la miseria, la subvención y el marasmo.

El estudio demuestra que desde el año 2000 hasta hoy se han precisado subvenciones por valor de 575.000 euros (casi 100 millones de pesetas) por cada puesto de trabajo creado en el negocio de la energía verde... Vamos, que si al empleado en cuestión se le asigna un salario de 18.000 euros anuales (3.000.000 de pesetas) se podía tirar toda su vida laboral de vacaciones y salíamos ganando. Lo peor, es que la cifra se eleva a 1.000.000 (un millón de euros, es decir, 166 millones de pesetas) si el puesto es en la energía eólica. Cifras que avisan por sí mismas del descomunal coste económico del modelo energético al que nos lleva el socialismo zapaterino. De ahí su esfuerzo por desacreditar el trabajo. Hace pocos días escuché a algún representante del gobierno acusar de antipatriotas a miembros del Instituto Juan de Mariana participantes en el estudio.

Entre los años 2000 y 2008 los españoles nos hemos permitido enterrar en subsidios públicos casi 30.000 millones de euros (5 billones de pesetas) para fomentar este tipo de energías. No duden ni por un momento que los pagamos y los pagaremos uno a uno en cada recibo de la luz, igual que venimos pagando desde hace 25 años el apagón nuclear. Imagine, amable lector, la repercusión de este sobrecosto energético sobre cada bien y servicio que producimos en España y la correlativa disminución de nuestra competitividad. Y lo peor, es que, como señala el informe, esta inversión detrae una enorme cantidad de recursos de su inversión en otros fines sociales.

En estas condiciones, la Comisión Nacional de la Energía nos advierte que la factura eléctrica debería aumentar por encima del 30% para compensar lo que se viene llamando déficit de tarifa eléctrica. Lo cual es posible aumentando impuestos o subiendo la factura eléctrica mensual a todos los españoles. Mi predicción es que Zapatero tomará ambas medidas.

El informe estudia también el efecto de estas energías sobre el empleo y concluye que por cada puesto de trabajo generado se han destruido un total de 2,2. Hasta un total de unos 115.000 puestos de trabajo han sido destruidos por las mismas. Así las cosas, cada megavatio verde liquida un promedio 5,4 puestos de trabajo. Claro que hay diferencias: mientras que la eólica elimina 4,32 puestos de trabajo por megavatio, la fotovoltaica llega a 9,0 puestos. Puestos a los que hay que añadir los producidos por las deslocalizaciones y cierres sobrevenidos de industrias de consumo eléctrico intensivo a las que los altos costes eléctricos resta competitividad.

Otro efecto negativo es que este sector absorbe una gran cantidad de recursos de capital, detrayéndolo a otros sectores económicos que pudieran ser más eficientes y productivos. Esta desviación de capital provoca una hinchazón económica -un efecto burbuja- insostenible en el tiempo que retrasará nuestra salida de la crisis económica.

No quiero extenderme más. Mejor que a mí, lean directamente el informe porque todo se explica mejor y más claro.