La hipoteca
26/02/2004   Lecturas: 10.583

Publio

Según leo en un artículo de D. Carlos Rodríguez Braun declaró el antaño conocido cantante Víctor Manuel: El mundo de la cultura lo han dejado [los del PP] como un solar. Algo tendrán que decir. Sé que la cultura a la gente le importa poco, que es una cosa secundaria y son más importantes las hipotecas y las cosas materiales. La mayoría de la gente no es capaz de traducir en qué consiste la cultura.

Muchas veces me pregunto qué entenderán exactamente los victormanueles que campan por el solar patrio por cultura. Me temo que algo muy distinto de lo que entendemos el común de los mortales.

Comparar en el orden de nuestro interés su idea de cultura con nuestro hecho cotidiano de poder pagar la hipoteca y las cosas materiales, solamente se le ocurre a aquel para el que ésto no constituye un problema ahora, ni lo ha constituido nunca.

Víctor Manuel y su cónyuge Ana Belén han tenido la suerte de no tener que preocuparse de estas cosas jamás porque la vida les ha sonreído más que a la mayoría de la gente, que debemos pasar penalidades que ellos, si las han conocido, las tienen ya amortizadas.

Como creo que su bienestar se debe a su talento y a su trabajo, nada tengo que objetar en este aspecto, pero me gustaría hacer una observación: Hace unos años el profesor D. Antonio Fernández Alba nos dijo en clase No se engañen, quien tiene mil pesetas tiene una cultura de mil pesetas, y el que tiene diez pesetas tiene una cultura de diez pesetas

Cultiva el culto su cultura guiando sobre su libro el dedo estudioso (¡Oh luz en la casa dormida!), trabajando calladamente con sus manos la materia prima, repitiendo combinaciones imposibles... Mientras, se afana el hablaor por quedar sobre los demás en la conversación de pub, o en la reunión en casa con los mismos de siempre que le darán fatigosamente la razón.

En España padecemos ¿desde siempre? Un divorcio entre la verdadera y silente cultura y la pseudo-cultura de la alpargatilla, del cenáculo, del amiguete, de la subvención y del abrazo.

Creen nuestros intérpretes y nuestros pequeños maestros que cargan sobre sus hombros el peso de nuestra cultura toda y portan únicamente, y con ruedas, el paso de su propio espectáculo.