Terremotos en Barcelona
18/02/2005   Lecturas: 14.437

Catilina

Esa ha sido la engañifa con que la ultraizquierda nacionalista en el poder de la Generalitat de Cataluña lleva justificando desde hace más de un año, la aparición de grietas en muchas viviendas de la Teixonera. Pero han tenido mala suerte con la patraña, porque después ha venido la tragedia de El Carmelo para desenterrar la verdad.

Por más que la ultraizquierda falsaria y toda la maraña nacionalista, en conjunción con la prensa entregada, han intentado ocultar el suceso más grave sucedido en España desde hace décadas; a pesar de una censura informativa que no cabe en países democráticos ni en tiempos de guerra –apagón informativo es el pleonasmo que emplean periodistas y políticos para no llamarlo por su nombre-; a pesar de que para el diario más vendido de España, El País, no existe como acontecimiento digno siquiera de ocupar una portada. A pesar de todo esto, insisto, gracias a algunos medios de comunicación libres, que no se han prestado a la censura impuesta por la ultraizquierda nacionalista, podemos atisbar desde fuera de Barcelona en el resto de España, cual es la gravedad de la situación: precisamente lo que han intentado ocultarnos.

Si en el incendio y ruina del edificio Windsor de Madrid hemos podido comprobar cómo funciona un sistema democrático, técnica e informativamente, ante un acontecimiento de gran repercusión social; Si a los dos días del siniestro ya sabíamos qué seguros están detrás del edificio particular, para respaldar las responsabilidades frente a terceros a que hubiera lugar, en el caso de El Carmelo y La Teixonera hemos podido ver cómo trata un asunto así la izquierda y ultraizquierda nacionalistas cuando tienen el mando y la responsabilidad: mediante la censura, la amenaza y el silenciamiento. Ni más, ni menos.

A Barcelona se trasladó el Circo ZP a montar la feria como si de un terremoto o una tragedia de carácter natural se tratara. Aunque no tuvo los arrestos de ir al lugar y dar la cara, ya se encargaron los medios de comunicación afines de hacernos creer que estaba allí rodeado de afecxtados: un engaño más de esta farsa montada por la ultraizquierda. Y una vez más, para callar bocas, hablaba de soltar dinero, en magras cantidades eso si, para compensar a los vecinos... ¿De qué?

Como en cualquier otro caso, y como en el Windsor ¿No se trata de los daños que causa a terceros una obra? ¿Dónde están los seguros que la cubren? ¿Quiénes son? ¿Cuánto y cuándo están dispuestos a pagar? ¿Por qué no sabemos sus nombres aún? ¿Por qué en este caso no se habla de dichos seguros?... Son demasiadas preguntas las que nos vienen a la cabeza cuyas respuestas es muy probable que jamás tengamos, porque la ultraizquierda nacionalista le ha negado al Parlamento Catalán la posibilidad de investigar, y porque los periodistas catalanes se están prestando a una de las operaciones de censura más vergonzosas que conocerá la prensa de Occidente en muchas décadas.

Llamazares, el líder del PCE –el de los pucherazos- se escudaba en el Windsor hoy para su NO al Tratado de Constitución europea, como signo del desequilibrio causado por el individualismo, etc, etc. Por lo que se ve, para él y sus socios de gobierno, los afectados por las obras públicas del Metro en los barrios de El Carmelo y La Teixonera de Barcelona no sirven de mal ejemplo de nada. Es natural, porque este desastre sin precedentes tiene a la ultraizquierda, en sus distintas variantes, como actor principal de una tragedia que perjudica a la auténtica clase trabajadora catalana: la que les cree y les vota. Y su respuesta es unánime: el silencio, primero, y la censura, después. Es la misma ética en definitiva que permite a la ultraizquierda aliarse en el País Vasco con la ultraderecha aranera y racista contra todo lo que huela a constitucional y a España.

Es la izquierda en su estado puro: hablamos del lobo disfrazado de cordero.