La caspa (no la casta)
15/01/2009   Lecturas: 7.999

Catilina

Siquiera hay que ser un hombre de Estado, inteligente o, al menos, astuto. Basta con ser precavido, sosegado, y ver qué posición adoptan los otros miembros. No en vano, tenemos un embajador Mister Pesc que es el Secretario General del Consejo de la Unión Europea que, a propuesta de José Luís Rodríguez Zapatero, trabaja como Alto Representante para la Política Exterior y la Seguridad Común. Hablo de Javier Solana, español y del PSOE (socialista). Más fácil para adoptar una estrategia común europea, imposible.

Pues sale Zapatero por las bravas a los medios de comunicación a definirse como un claro defensor del ejército de Hamás y uno de los pocos gobernantes occidentales claramente adverso a Israel, aunque en el acto les denomine sus amigos ¿Amigos de qué? Con amigos así ¿Quién necesita enemigos? Que metió la pata hasta el corvejón no lo dudo, pero tampoco que era sincero. Rodríguez Zapatero es un rojo tal como se definió a sí mismo, pero no un rojo europeo y democrático, sino un rojo latinoché. Y así es como se expresa. No he oído a otro dirigente europeo sacar los pies del tiesto de esta manera, pero sí al presidente venezolano Chávez, que no le lleva mucha delantera.

Para Zapatero, lanzar ¡siete mil misiles en cinco años! Sobre la población judía es una provocación y, si hemos de dar crédito a las pancartas tras las que se manifiestan los militantes socialistas en Madrid, responder estratégicamente a esta situación es un genocidio. No es que la situación nos sorprenda. Han pasado suficientes décadas desde el inicio de esta democracia para conocer muy bien el paño. Zapatero, créanme, es el líder ideal de esta formación: un mentiroso compulsivo. Así que por ahí han vuelto a salir las fotos de este amigo de Israel con la kufiya puesta.

Por mi parte, imagino que a cualquier ser humano le sucederá lo mismo que a mí, que la imagen, cada imagen de seres heridos, mutilados, muertos en cualquier refriega violenta me causa un rechazo instantáneo, una pulsión inmediata de rechazo hacia la violencia. Y no puedo imaginar que no les ocurra igual a los gobernantes de Israel, educados en una ética muy semejante a la mía. La cuestión es qué puede hacer un pueblo contra el hostigamiento continuo e incesante de otro.

Desde su máxima expresión en la guerra de los Seis Días, quedó clara que la intención de los países árabes limítrofes es aniquilar a Israel. Posteriormente, Israel demostró ante el Mundo, pactando la paz con Egipto, que es un pueblo que desea la paz, que quiere convivir y, sobre todo, que cumple sus compromisos. Alguno de esos países no han dudado en manifestar su deseos de liquidar al pueblo judío. Justamente, el que más es el Irán de los ayatolás a los que abraza Zapatero cuando puede.

En cada enfrentamiento posterior una cosa ha quedado clara: si Israel pierde una guerra contra enemigos así, Israel deja de existir. Dicho de otra manera, Israel está condenado a no ser derrotado. De manera que, en una situación como ésta, Israel solo puede continuar la campaña hasta desmantelar el fortín en que el ejército privado (omitiré lo de terrorista) de Hamás ha convertido Gaza.

Para ello, se ve obligado a destruir las primeras líneas de ataque de Hamás, pero no basta con esto. Si el ejército israelí se quedara ahí, mañana mismo la población judía vería una lluvia de cohetes cruzando su cielo ¿Dónde acaba la cosa? Exactamente donde quiera Hamás, que poniendo en juego la vida de civiles de cualquier edad y condición, maneja la guerra de la publicidad: cada herida, cada gota de sangre es un triunfo de su estrategia. Saben que en Occidente tienen instalado su mejor troyano, la izquierda de bardemes, sanchezgijones, mayorzaragozas y juandiegos. Entre toda esta facción que solo escucharla causa espanto -y cuyo líder de referencia es, pudimos verlo en las pancartas, Hugo Chávez- se deja ver, caer de vez en cuando un cerolo, el socialista de turno, el acomplejado que siempre quiere estar pero sin ser: el legítimo heredero de todos los tics y complejos del franquismo en política exterior.

Como siempre ¿cómo no? el partido comunista español (PCE) dirige la orquesta y los demás tocan los pitos al son que les mandan. Madrid se manifiesta a favor del pueblo palestino, titulaba el diario del gobierno socialista El Público. Pero únicamente se manifestó a favor de Hamás (vean las fotos en prensa) la minoritaria, ruidosa y violenta caspa ultraizquierdista a la que nunca veremos doliéndose por los cientos de miles de muertos en Somalia o el Congo, por los encarcelados en Cuba, los reprimidos en China o torturados en Marruecos. Aquellos a los que no oiremos si en Irán ahorcan a un desgraciado por ser homosexual o apedrean a una mujer hasta convertirla en una masa sanguinolenta. Y cuando algo no se condena es porque se defiende. En eso están.

No nos engañemos y que no nos engañen, o se está con Irán o con Israel. Las palabras al viento sirven para consumo interior, pero no pasan la aduana de ningún país serio. Irán ya ha declarado su intención de liquidar a Israel, y Hamás es solo una de sus herramientas. A Israel solo le queda defenderse. Si pierde, desaparece.

No hago jamás esto pero, en esta ocasión, me siento moralmente obligado a convocarte a acudir el próximo domingo a la manifestación en Madrid en apoyo de Israel. Un acto de apoyo a nuestra civilización; de apoyo a la democracia.