Marbella
19/04/2006   Lecturas: 9.685

Catilina

Está haciendo famosa a la España de Rodríguez Zapatero, en este Mundo globalizado, por algo estrechamente ligado al partido socialista español desde que yo le conozco: la corrupción.

Por primera vez en nuestra reciente historia democrática, las fuerzas policiales y judiciales se han hecho con la documentación del ayuntamiento de la localidad y han detenido a todos los representantes del pueblo con una única excepción, la de los representantes del Partido Popular. El asunto me parece trascendental.

La cuestión es que durante la época en que fue gobernada por el partido socialista (PSOE), Marbella sufrió un declive de tal magnitud que la candidatura a la alcaldía de un personaje atípico, un constructor que ya era presidente del tercer club de fútbol del país, el Atlético de Madrid, suscitó un entusiasmo tal, que llegó a conseguir los mayores porcentajes de respaldo popular conocidos en España. Dicho constructor fue Jesús Gil, hoy día fallecido, y su partido se llamaba GIL (Grupo Independiente Liberal).

El partido socialista no dudó nunca en arremeter contra el alcalde marbellí hasta que se percató de lo interesante de su figura para hacer daño al primer partido de la oposición, el Partido Popular, ideológicamente de centro-derecha. Se trataba de despertar con la figura de Jesús Gil un partido de extrema derecha, fuertemente demagógico, que anulara al Partido Popular, y más cuanto en más localidades se presentara. Así que hasta la mujer del anterior presidente de gobierno socialista, Felipe González, tras visitar al singular alcalde marbellí, se deshacía en elogios hacia su figura, que aún recordamos muchos españoles. Por su parte, la Junta de Andalucía se mostraba remolona a la hora de fiscalizar las actuaciones del alcalde. Solamente cuando el curso de la Justicia, después de no pocos años, suspendió a Gil de sus capacidades políticas, se dio paso a su sustitución por una coalición de socialistas y nacionalistas caracterizados por su dura oposición a Gil; justamente los que hoy se encuentran en la cárcel.

Las incautaciones policiales de bienes procedentes del saqueo marbellí alcanzan los miles de millones de euros: mansiones, helipuertos, hoteles, lujosos vehículos, zoos repletos, enormes fincas, nutridas colecciones de joyas, millones de euros en metálico, y más animales disecados que los que guardara en su arca Noé. Todo, en fin, lo que la ávida rapiña y el mal gusto pueden llegar a acumular en un enriquecimiento ilícito y descontrolado. Nada ajeno al partido socialista español, particularmente avezado en estas lides, cuyo último director de la Guardia Civil llegó a la vileza de robar hasta los fondos de los huérfanos del instituto armado.

El partido socialista español no ha llegado a superar aún la rémora de la secular influencia francesa, se siente orgulloso y se jacta de estar en la francofonía. Para ellos, el Mundo anda aún por la década de los treinta del siglo pasado. De los socialistas franceses han heredado sus principales vicios, fundamentalmente de François Miterrand, que no fue ningún ejemplo de honradez, ni en lo político ni en lo personal.

Así fue como, al parecer, cuando era alcalde de Barcelona a principios de los ochenta, el ex ministro socialista Narciso Serra instituyó en los contratos de obras de infraestructuras de la capital catalana una cláusula de publicidad por nada menos que un 3% del presupuesto de adjudicación. Huelga decir que este porcentaje aplicado a billones de pesetas supone una cifra escalofriante que no se ha comprobado que fuera a publicidad, al menos no íntegramente, sino a los bolsillos de los partidos gobernantes. Desde entonces, Cataluña no ha dejado nunca de estar a la cabeza del escalafón de la corrupción nacional, siendo así que las oligarquías político-empresariales gobernantes se las han apañado, desde sus mayorías, para impedir la acción de la Justicia o la investigación política.

El saqueo socialista de las arcas del Estado durante el gobierno de Felipe González ha sido esclarecido judicialmente, en especial el de los fondos reservados del Ministerio del Interior. Hoy, Rodríguez Zapatero nombra ministro de Interior a Rubalcaba, uno de los protagonistas de aquel gobierno. Esperemos que no se convierta en Robalcaba.

El partido socialista mantiene una deuda con las instituciones financieras que multiplica por cuatro la del partido con más militantes de España, el Partido Popular. Se ha comprobado la existencia de tratos de privilegio de bancos y cajas de ahorro hacia el partido socialista sin que se sepa de forma fehaciente a cambio de qué, aunque se sospecha.

Marbella es la punta del iceberg de un panorama que desgraciadamente en España es mucho más extenso y, seguramente, de mayor calado. Panorama que siempre ha favorecido al hablador sobre el científico, al improvisador sobre el estudioso, al hombre de fortuna sobre el trabajador esforzado.

Cosi fan tutte.