Strauss, Perle, Camps....
07/08/2009   Lecturas: 7.311

Catilina

Hace menos de 75 años, el PSOE (auxiliado por la Esquerra catalana) llevó a España a una guerra fratricida a resultas de la cual debimos soportar casi cuarenta años de régimen militarista. Como es un partido de asnos negacionistas reacios a cualquier reflexión, repiten hoy, dirigidos por un aventurero analfabeto funcional, los errores de ayer.

La desestabilización, el siglo pasado, del gobierno republicano de Lerroux se convirtió en su objetivo primordial, viéndose respaldados por el ambiciosísimo presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, aspirante a heredar el espacio político que el veterano radical dejara al sucumbir. Pero la caída de Lerroux tendría consecuencias que estos aprendices de brujo fueron incapaces de prever. En resumen, se dedicaron a levantar un escándalo de dimensiones históricas (el estraperlo) por un par de relojes que dos alemanes, Strauss y Perle, regalaran a un sobrino de Lerroux al intentar introducir en España un sistema de juego de azar. Lerroux era un político con sus defectos, pero tuvo la integridad de prohibir el juego por fraudulento y luego negarles una indemnización. Sabedor de su mutua antipatía, Strauss fue con el cuento a Azaña, y éste a Alcalá Zamora y Prieto (un trío infausto) Filtraron el caso a la prensa y no pararon hasta cobrarse la cabeza de Lerroux y su gobierno y, en consecuencia, el hundimiento del centro político, el desplome de la Segunda República, la vertiginosa radicalización de la sociedad española y, al final, la guerra civil.

La excusa fueron dos relojes tratados como comercio ilegal de artículos intervenidos por el Estado o sujetos a tasa. Hoy son tres o cuatro trajes de segunda calidad (no son de Hermenegildo Zegna) que hubieran regalado, o no, al presidente de la comunidad valenciana. Pero el fin es el mismo.

La operación corre –como no- de mano de la prensa más encanallada y especializada en trabajos sucios que ha dado España: el diario El País que habitualmente vehicula asuntos con las que el PSOE no quiere mancharse (caso GAL; caso Borrell; caso Bono o del lino; caso Sogecable; caso Joan Ignasi Pla; caso Mercado o del falso espionaje en la Comunidad de Madrid...) Cinco meses llevaba el libelo empeñado en enmarranar a Camps hasta que anteayer el Tribunal Superior de Justicia de Valencia le exculpó. Momento en el que salieron a la luz los verdaderos artífices de la operación: María Teresa Fernández de la Vega, vejestorio del gobierno socialista, anunciaba ¡desde Iberoamérica! el recurso de la Fiscalía minutos después de anunciado el sobreseimiento, dejando claro quién da órdenes al fiscal que se mancha la toga con el polvo del camino. La misma que amedrentara a la presidenta del Tribunal Constitucional y la misma que usara los servicios jurídicos del Estado para acallar a Dávila y Alfageme cuando demostraron que falseó su empadronamiento en las anteriores elecciones generales.

Exculpado Camps, el partido socialista aventa dos argumentos demenciales: Uno, su culpabilidad moral al aceptar un regalo que no es normal y, dos, que Camps mintió.

Que el PSOE acuse a alguien de mentir es para vomitar, primero porque el auto establece la imposibilidad de probar el regalo tras tantas declaraciones contradictorias y, segundo, porque estamos ante la gente más amoral y mendaz que ha dado España en los dos últimos siglos (la mentira es un arma revolucionaria)

La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, dio en el clavo al declarar que todos los políticos reciben regalos y los del presidente de Gobierno serán mejores que los de un concejal... Cambio de dirección que abre nuevas perspectivas al asunto y que no ha de gustar a los muchos cogecosas que en España son. Pronto han salido determinados políticos a declarar que recibir regalos es normal... No lo fue para el presidente Lerroux en las garras del PSOE.

En Estados Unidos los políticos devuelven cualquier regalo que pase los 25 dólares, una bagatela, mientras, aquí escucho a un destacado socialista decir que un traje no es un regalo normal, porque ¡no es como un bolso de Loewe! Un bolso que puede costar como tres o cuatro de esos trajes. En mi opinión, no hay regalo normal si se hace a un político y pasa de 20 euros. Simplemente no viene a cuento, ni hay por qué.

Según investigaciones aparecidas en prensa, hoy es muy común que las ministras luzcan modelos de modistos que se los ceden o regalan ignoramos por qué. O no lo ignoramos, porque, como mínimo, la ministra de turno hace una publicidad impagable a estos diseñadores cuyos vestidos ganan así un enorme valor añadido. Pero los españoles no pagamos su sueldo para eso. No es presentable que los modistos engatusen a políticas para que paseen sus diseños y, al revés, convertir un cargo de responsabilidad en puro exhibicionismo, como viene haciendo la vicepresidenta De la Vega. Habría que sondear en el BOE cuántas concesiones de diseño de uniformes y complementos para organismos y flotas oficiales han caído –qué casualidad- en manos de estos creadores obsequiosos. El que regala bien vende si el que recibe lo entiende, dice un refrán español que explica muy bien qué quiero decir.