El precio del pollo
22/07/2008   Lecturas: 8.148

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Abandono estas vacaciones, que ya no sé si han sido voluntarias o por hastío, en vista de que tocan a su fin los cien primeros días de gobierno naif de la segunda legislatura de Zapatero. Mientras, he preferido guardar un prudente silencio.

Por mi parte, y como ya escribí en su día en Más de los mismos, no distingo cambio alguno en las intenciones de este Zapatero y el Zetapé de la primera legislatura. No veo un instante de coherencia, de conocimiento, de dominio de la situación. Todo se me hace improvisación, atolondramiento, facilismo, palabrería, nada.

No hace muchos días, le escuchaba en un mitin decir que él iba a demostrar que se puede subir el salario mínimo en contra de la opinión de los que tenían mucho. A estas alturas de la historia, me cabía la duda de si se estaba refiriendo a los socialistas que se han forrado: su ministra de Educación -la señora Cabrera Calvo-Sotelo- cuyo marido cena con botellas de vino de 600 euros; o si se refería a José Bono y su hípica, conseguida ¿cómo?; o a los alcaldes de Ciempozuelos que están en la calle sin que aparezcan los siete mil millones de pesetas que robaron; o si se refería a Felipe González y Julio Feo... A día de hoy, el discurso de los ricos que a esta izquierda adocenada tanto le place, se les vuelve encima como un boomerang lanzado desde Gobelas (¿o es Goebbelas?). Se han enriquecido mucho estos años; al menos, tanto como el que más.

Ahora sale el Gobernador del Banco de España, teledirigido desde La Moncloa, a echar la culpa al empresariado de haber aumentado la inflación; lo que no es nada incierto en un país en el que el Estado es el mayor patrono. Así, en Madrid, el alcalde más insensato que nos han dado los tiempos, Alberto Ruiz Gallardón, quiere aprovechar el mes de Agosto para aumentar por segunda vez en lo que va de año el precio del billete MetroBus. Vean lo que ha subido el franqueo de la correspondencia y asústese. Y qué decir del recibo de la electricidad manipulado directamente desde La Moncloa. El aumento del precio del petróleo en la etapa de Zapatero ha sido espectacular pero, creciendo mucho el precio del barril, el valor del dólar se ha desplomado frente al euro ¿Dónde queda aquél Zetapé que se manifestaba por las calles pidiendo a Aznar que devolviera al conductor la parte de los impuestos que habían crecido por haber crecido el precio del crudo? ¿Dónde están los de las banderas rojas, o los que agitaban la bandera de Lerroux; y los sindicatos gargantúas? La amnesia socialista no tiene límite. Es una amnesia siempre a conveniencia, siempre connivente.

Pues siendo todo esto verdad, lo cierto es que Rajoy sigue empecinado en la misma táctica que durante la campaña electoral: ignorar los problemas trascendentales de España para dejarse caer en la discusión sobre el aumento del precio del pollo, dicho en acertadísimas palabras de Alejo Vidal-Quadras. Continuamente le escuchamos a él, y a los infelices que le secundan, negar el interés de temas críticos para nuestra sociedad (eso no le interesa a la gente) para detener su atención en el precio del pollo. Tal es que deben estar convencidos de que la erosión que ocasione la crisis económica en la imagen de un PSOE que no sabe dónde tiene la mano de escribir, porque dejaron los estudios al llegar al mi mamá me ama, les ha de llevar directamente al Gobierno, lo que les libera de entrar a fondo en los asuntos fundamentales (la desmembración de España por triunfo de los independentistas disfrazados de nacionalistas moderados; la escasa calidad democrática de nuestro ordenamiento constitucional totalmente pasteleado por los partidos políticos; el hundimiento de la prensa libre y el surgimiento de una prensa liquidacionista plagada de sicarios; la voladura sistemática de nuestro sistema judicial entregado al legislativo y, detrás de él, al ejecutivo; la tercermundización de nuestras relaciones internacionales... Al cabo todas aquellas enfermedades que puede traer a una nación un tipo al que le entra urticaria al hablar de España y, para evitarlo, habla de los idiomas del Estado de España. Acojonante.

Lo he dicho y lo repito aquí y ahora: Rajoy es un cadáver andante del que el Partido Popular espera que gane alguna batalla subido a su Babieca particular. Pero ni esto es Valencia -aunque en Valencia se subió al jamelgo con Fraga haciendo de palafrenero- ni el PSOE los morabitos de antaño, aunque a veces su barbarie les asemeje. Zapatero es el Zetapé bellaco y mentiroso de las pasadas elecciones (y de mucho antes) y Rajoy, si ha cambiado, ha ido a peor ¿Qué le hará entonces pensar que esos ciudadanos a los que les diera lo mismo que los socialistas nos empobrecieran, nos espiaran, saquearan la nación y llegaran hasta el asesinato de Estado, vayan a cambiar su voto para entregárselo a él? Créanme, yo no lo veo.