Victoria socialista
16/03/2008   Lecturas: 7.721

Publio

Contundente y a ley. Esta vez no hay nada que reprochar a la actuación en precampaña del PSOE que ensombrezca o cuestione la legitimidad del triunfo. Y esto creo que va a ser fundamental para esta legislatura. Los socialistas han planteado en campaña la estrategia que les convenía y les ha dado un buen resultado, y como su triunfo ha sido a las claras y por una clara mayoría, no queda más que felicitarles y desear que gobiernen para todos los españoles: para la mitad y algo más que les ha votado y para la mitad y algo menos que no lo hemos hecho.

Cualquiera de mis escasos aunque fieles lectores conoce mi crítica a la manera en que los socialistas llegaron al poder en 2004, y saben que consideré esa victoria ilegítima por la situación y las circunstancias en que se produjo. Pero eso ahora ya es historia. A partir del domingo pasado, el argumento no vale (al menos a mí) y habré (habremos) de juzgar al nuevo gobierno socialista por sus medidas de gobierno dentro de la próxima legislatura.

Como no pretendo engañar a nadie, confieso que no guardo mucha esperanza de que Rodríguez Zapatero vaya a cambiar demasiado pero, quién sabe. Nunca es tarde para entender que la democracia es el gobierno de y para la mayoría y que en España hoy está se coloca abrumadoramente entre el PSOE y el PP. Respetando, por supuesto, los derechos de las minorías, los intereses que ha de proteger el próximo gobierno es el de este conjunto de votantes. Los cerolos tienen su importancia y hacen mucho ruido pero caben en un taxi, e igual podemos decir de muchas otras minorías a las que Zapatero -cuando era Zetapé- ha dado un protagonismo que jamás pudieron soñar.

Por otra parte, mintiendo durante el segundo debate de la campaña, Zapatero defendía a los científicos y los intelectuales, aprovechando para colar en el grupo al tristemente popular doctor Montes, del que dijo que ayudaba a morir sin dolor a los ciudadanos en el servicio de Cuidados Paliativos del hospital de Leganés, en Madrid.

En estas últimas votaciones, El PSOE perdía un chorro de votantes en Leganés. Claro síntoma de que no han podido engañar a los verdaderos perjudicados por este sinvergüenza, que jamás perteneció a Cuidados Paliativos sino que era jefe del Servicio de Urgencias (sendero luminoso se autodenominaban), desde donde enviaba al otro mundo a los desvalidos ancianos que entraban por la puerta atiborrándoles a sedantes, pese a tenerlo prohibido por los protocolos del hospital. Se me ocurre que puede tratar ahora los últimos restos de la Izquierda Unida (Partido Comunista de España) que ha dejado Llamazares.

El Presidente de una nación -y Rodríguez Zapatero ya lo es en la práctica- no puede ni debe verse mezclado con gente así y menos defendiendo sus atrocidades. No puede vincularse a individuos como el doctor Morín, un asesino en serie que ha estado triturando criaturas por millares. Zapatero no puede dejar que se le vincule con temas tan luctuosos y tan siniestros. Una cosa es provocar un aborto para proteger la vida de una madre y otra esta sangrienta, vil y lucrativa carnicería.

Y es que hoy en día en un hospital moderno se puede sacar adelante a un nacido con cinco meses, de manera que no hay justificación posible para considerar los restos humanos de un proceso abortivo de menos de ocho meses de igual manera que si del resto de una compresa se tratara, simplemente para despenalizar los delitos cometidos por ciertas clínicas abortistas que han operado en la pura ilegalidad ¡Cuántos prematuros de esa edad no habrán votado a Zapatero en estas elecciones!

La labor económica que tiene Zapatero por delante es complicada, entre otras cosas porque la capacidad de actuación del Estado central ha ido disminuyendo tanto en favor de los autogobiernos autonómicos (en gran parte, gracias a él mismo) que ahora su capacidad de maniobra va a verse muy reducida. En mi opinión, Zapatero no lo va a tener nada fácil.

Otro reto que debiera plantearse el presidente del Gobierno de España para la próxima legislatura es la de volver a Europa. Reintegrarse en una unidad en la que llevamos ya cuatro años siendo el elemento nulo. Abandonar el tercermundismo y recomponer, al paso, unas relaciones exteriores que dé la espalda a tipejos tan poco fiables como el dictador venezolano y respalde cualquier intento de democratización que precise apoyo exterior, aunque solo sea a nivel anímico. Defender sin ambages los derechos humanos tal y como los comprendemos en Occidente, sin permitir su relativización por colectivos radicales reaccionarios. Reforzar, en suma, nuestras relaciones con los Estados Unidos, deshaciéndose de rémoras ideológicas periclitadas, y explicar al Mundo que somos una nación digna de confianza donde cualquier inversión extranjera es bienvenida y deseada.

No intento poner deberes a nadie, ni decir a nadie lo que debe hacer -yo no soy Cebrián- hablo solamente de logros, cambios, que a mi me parecen razonables y necesarios para el futuro de España.

De Rajoy, ya hablaremos.