Chikatilo
30/06/2005   Lecturas: 18.140

Catilina

Nacido en 1936 en Ucrania, bajo el nombre de Andrei, constituye una página más de horror con mayúsculas, dentro de ese capítulo del horror con mayúsculas, que supuso el siglo XX para la historia de la Humanidad, a la que ha pasado con el sobrenombre del Carnicero de Rostow. Desarrolló toda su existencia dentro de la Unión Soviética llegando a conocer la perestroika, y es uno de los mayores asesinos sexuales es serie –de niños- que ha conocido el Mundo.

Andrei Chikatilo comenzó en junio de 1982 matando a Lyubov Biryuk, primera de sus víctimas, hasta la número 53, asesinada en 1990, año en que es definitivamente capturado. Y su caso es providencial para entender lo que realmente era la mentalidad del Partido Comunista Bolchevique Pansoviético (PCUS), el partido de los Llamazares, Bardemes, y demás volatineros españoles que se encargan de avalar, en su perfidia y su ignorancia, casos como éste y regímenes como el de aquella Unión Soviética que los hicieron posibles.

El forense Burakov recibe el cuerpo de Lyubov en octubre con un sinfín de puñaladas en el tórax y otras más en los ojos. Los medios de Burakov son muy escasos y la ciencia forense en la Unión Soviética de entonces prácticamente inexistente. Además, la burocracia soviética se niega a hacer públicos los crímenes para que la sensación de pánico civil no socave su ficticia seguridad, de manera que procede por último a nombrar investigador oficial de los crímenes al propio forense, al que llegan en cierto momento a amenazar como posible autor de los crímenes. Burakov únicamente contará con el respaldo decisivo y leal de Fetisov, coronel del Ejército Rojo.

Conforme van apareciendo más y más cuerpos, Burakov encuentra un cierto patrón de acción: el asesino ha empezado con niñas, pero ha pasado a incluir también niños, y todos tienen puñaladas en los ojos. Vinculan sus actos a sus necesidades de transporte entre domicilio y trabajo y empiezan a vigilar, en ciertas estaciones de trenes, a hombres adultos que entren en contacto con niños. El criminal, mientras tanto, que había empezado a mutilar los genitales de sus víctimas, corta ahora sus penes, y destroza las vaginas, escrotos, anos, hasta abrir el abdomen o el pecho de las niñas.

Un día, en la estación de trenes, Burakov en persona, detiene a un sospechoso que está cortejando niños. El sospechoso es Chikatilo que lleva en su maletín vaselina, una toalla manchada, el cuchillo y las cuerdas de los asesinatos. Chikatilo entra en prisión pero, al descubrirse que es miembro del Partido Comunista, el Comisario del Partido obliga a Burakov, bajo amenazas, a dejarle en libertad. Cometerá muchos más crímenes. Mientras, como en anteriores ocasiones, Burakov es obligado a detener homosexuales de manera indiscriminada e injusta, en el prejuicio de que entre homosexuales ha de estar el degenerado que cometa actos de este tipo. Burakov se limita a cubrir el expediente.

Perseverante, solicita Burakov a los jefes políticos la ayuda experta del FBI, pero se la niegan, porque pondría en evidencia el retraso soviético en técnicas forenses, y eso es impermisible. Pero le autorizan a recabar la ayuda del psiquiatra ruso Dr. Bukhanovsky, quien establece que el sospechoso no es homosexual sino, muy probablemente un hombre casado y con hijos, que padezca disfunciones sexuales y tenga problemas matrimoniales; el asesino es un sádico que, al mutilar a las víctimas, obtiene el placer de su dominación sobre ellas.

Con este patrón, Chikatilo pudo ser detenido de nuevo. Interrogado por el Dr. Bukhanovsky, confesó sus asesinatos y las razones de ellos. Cumplía el patrón adelantado por el psiquiatra a la perfección. Chikatilo fue ajusticiado de un tiro en la cabeza en 1994.

Quien no recibió tratamiento psiquiátrico alguno fue el Partido Comunista Bolchevique Pansoviético, ni el Politburó, ni la burocracia comunista, ni... tan responsables de las muertes como el propio Chikatilo. Todo lo solucionaban encarcelando maricones. Eran los mismos que hoy andan por aquí abrazando cerolos y haciéndose los valedores del orgullo gay.