El valor de un billete de 100 pesos
17/05/2002 Lecturas: 42.511
Alfredo, con el rostro abatido de pesar, se reúne con su amiga Marisa, en un bar a tomar café.
Deprimido, descargó en ella sus angustias... que el trabajo, que el dinero, que la relación con su pareja, que su vocación... Todo parecía estar mal en su vida.
Marisa introdujo la mano en su cartera, sacó un billete de 100 pesos y le dijo:
- Alfredo ¿Quieres este billete?
Alfredo, un poco confundido al principio, inmediatamente le dijo:
- Claro Marisa... son 100 pesos ¿Quién no los querría?
Entonces Marisa tomó el billete en uno de sus puños y lo arrugó hasta hacerlo un pequeño bollo. Mostrando la estrujada pelotita a Alfredo, volvió a preguntarle:
- Y ahora ¿Igual lo quieres?
- Marisa, no sé que pretendes con esto, pero siguen siendo 100 pesos, claro que lo tomaré si me lo entregas.
Entonces Marisa desdobló el billete, lo tiró al piso y lo restregó con su pie en el suelo, levantándolo luego sucio y marcado.
- ¿Lo sigues queriendo?
- Mira Marisa, sigo sin entender lo que pretendes, pero ese es un billete de 100 pesos y mientras no lo rompas, conserva su valor.
- Entonces Alfredo, debes saber que aunque a veces algo no salga como quieres, aunque la vida te arrugue o pisotee, sigues siendo tan valioso como siempre lo has sido. Lo que debes preguntarte es cuánto vales en realidad, y no lo golpeado que puedas estar en un momento determinado.
Alfredo se quedó mirando a Marisa sin atinar con palabra alguna, mientras el impacto del mensaje penetraba en su cerebro. Marisa puso el arrugado billete de su lado en la mesa y con una sonrisa cómplice agregó:
- Toma, guárdalo para que recuerdes esto cuando te sientas mal... pero me debes un billete nuevo de 100 pesos, para poder usar con el próximo amigo que lo necesite.
Le dio un beso en la mejilla a Alfredo -quien aún no había pronunciado palabra- y levantándose de su silla, se alejó con rumbo a la puerta. Alfredo volvió a mirar el billete, sonrió, lo guardó en su billetera y, dotado de una nueva energía, llamó al camarero para pagar la cuenta...
¿Cuántas veces dudamos de nuestro propio valor? ¿De que realmente merecemos más y de que podemos conseguirlo si nos lo proponemos?
Claro que el mero propósito no alcanza. Se requiere de la acción para lograr los beneficios. Yo sé que se puede y que existen innumerables caminos para conseguirlo.
Ejemplo rápido:
1. Nombra las cinco personas más adineradas del mundo.
2. Nombra los cinco últimos ganadores del Martín Fierro de Oro.
3. Nombra las cinco últimas ganadoras del concurso Miss Universo.
4. Nombra diez ganadores del premio Nobel.
5. Nombra los cinco últimos ganadores del Oscar a la mejor actriz o actor.
¿Cómo te fue? ¿Mal? No te preocupes.
Ninguno de nosotros recuerda los titulares de ayer. No hay segundos lugares, ellos son los mejores en su profesión, ¡Pero los aplausos se van! ¡Los trofeos se empolvan! ¡Los ganadores se olvidan!
Ahora contesta este otro, veamos cómo te va:
1. Nombra tres profesores que te hayan ayudado en tu formación escolar.
2. Nombra tres amigos que te hayan ayudado en tiempos difíciles.
3. Nombra cinco personas que te hayan dicho algo valioso.
4. Piensa en algunas personas que te hayan hecho sentir una persona especial.
5. Nombra cinco personas con las que disfrutes pasar tu tiempo.
6. Nombra tres héroes cuyas historias te hayan inspirado.
¿Qué tal? ¿Te fue mejor? ¿La lección?
Las personas que hacen la diferencia en tu vida, no son aquellas con las mejores credenciales, el mayor dinero, o los mayores premios... La diferencia la hacen las personas que se preocupan por ti, las que te cuidan, las que, de muchas maneras, están contigo.
¡Que tengas un buen día!
Tú ¿En qué lista estás? ¿No sabes? Déjame ayudarte...
NO estás entre los famosos, pero si entre los que recordé para enviarles este mensaje.
Toma un momento para reflexionar... ¡La vida es muy corta!
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