Dios existe
08/09/2013   Lecturas: 9.156

Publio

Y anda por Argentina. Primero hace Papa al cardenal Bergoglio y ahora manda desde Buenos Aires a su puta casa al nutrido grupo de trincones de la delegación olímpica española, que duplicaba a los de otras candidaturas.

Que un mentiroso y oscurantista como Rajoy basara esta candidatura en cuatro pilares: fiabilidad, austeridad, eficacia y transparencia, basta para comprender la confianza que inspirábamos al extranjero.

Desde el principio toda esta aventura ha sido una huida hacia adelante. La inició José María Álvarez del Manzano -hoy en su retiro dorado del IFEMA-. Voy a explicarlo.

En 1999, el Partido Popular presentó a Álvarez del Manzano como candidato a la alcaldía de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón encabezaba la lista de la Autonomía madrileña y Loyola de Palacio –desgraciadamente fallecida en 2006- la del Parlamento Europeo. Aun venciendo por mayoría absoluta, el pueblo madrileño, votando más a Gallardón y Loyola de Palacio, castigaba a Manzano que no era derrotado por la oposición sino por sus compañeros: su suerte estaba echada.

Manzano reaccionó con una línea populista indisimulada: averió un gran número de avenidas de Madrid colocando medianas con adelfas que invadían los carriles rápidos; inundó la capital de rotondas con fuentes inverosímiles; destrozó las calles con bolardos y esquinas impracticables, y multiplicó cachivaches, cartelería y semáforos hasta la náusea. Desde entonces, no hay persona en silla de ruedas que no recuerde la obra de aquel fenómeno… El proyecto cumbre, a solo 8 años de los juegos olímpicos de Barcelona, fue la delirante ocurrencia de solicitarlos para Madrid. En 2004 no lo logró, entre otras razones, por la ayuda al fracaso de Rodríguez Zapatero.

Retirado Manzano, ganó la alcaldía madrileña Alberto Ruiz Gallardón –Ruín Gallardón en castizo- uno de los sujetos más oscuros de la política española– que decidió, entre otras obras faraónicas, soterrar la M-30 –una obra propia de dementes que duró 4 años, puso en constante peligro a millones de conductores y endeudó a la capital para las siguientes 3 décadas. La siguiente –y segunda- legislatura, prometió Gallardón, sería para disfrutar los beneficios del ‘esfuerzo’ realizado. Pero, a partir de 2011 el delirio olímpico cobró aliento. Gallardón, de la mano de Pilar de Borbón -hermana del Rey, todo un lujo- y de un incombustible burócrata del PSOE, Jaime Lissavetzky, rodeados de un nutrido orfeón de amantes y amantas del deporte, se dedicaron a recorrer más mundo que Willie Fox gastándose en la juerga más de 40.000 millones de dólares, de los que jamás dio ninguna cuenta clara. Eso en España hoy es posible… y probable.

Pese a arruinar Madrid, tales eran los méritos de Gallardón a sus ojos que Mariano Rajoy le premió con el Ministerio de Justicia al llegar al Gobierno, antes de acabar 2011. Y como si de una monarquía bananera se tratara –de hecho se trata- Ana Botella, esposa del ex presidente del Gobierno José María Aznar, heredó la alcaldía de Madrid, como Kim Jong-il heredó la Corea de Kim il-Sung y se la dejó a Kim Jong-un.

Tal es el talento de Ana Botella que en poco más de un año ha logrado que su partido pierda una alcaldía que está en sus manos desde 1991. Lógicamente, en esta situación era difícil que renunciara al delirio olímpico. Hasta ayer, claro, que la providencia se alió con el pueblo español y dio un deportivo bofetón a sus prebostes mandándoles a casa. Se acabó el sueño y volvemos a la realidad: “Mariano Rajoy –informa un periódico digital- endeuda a los españoles un 50% más que Zapatero: 300 millones de euros al día”. Lo dicho, fiabilidad, austeridad, eficacia y transparencia.